Los baños de pies y manos o pediluvios y maniluvios son una sana costumbre. Sus beneficios son múltiples y entre ellos se cuentan casos de curaciones espectaculares gracias a la aplicación de este sencillo y poderoso remedio de la sabiduría popular. Nuestra experiencia nos confirma que el baño de pies, lo mismo que el de manos, relaja, alivia, y estimula, mejorando articulaciones, circulación, nervios, respiración y defensas. Aunque al agua del baño se pueden añadir infinidad de plantas aromáticas (lavanda, romero, manzanilla, tomillo…) que aporten sus propiedades,a continuación describimos el más sencillo:
En un recipiente (preferiblemente de cerámica o cristal) donde quepan los dos pies ponemos agua caliente a unos 40 grados; diluimos dos puñados de sal marina y tras 10 minutos de inmersión refrescamos los pies durante unos 15 segundos con agua fresca para que los dilatados tejidos del pie vuelvan a contraerse; secar bien los pies, también entre los dedos y aplicar buen aceite de oliva para evitar la humedad que eventualmente provoca cortes por hongos entre los dedos y/o bajo las uñas.
Hemos tenido la oportunidad de observar mejoras como el caso de una señora de 72 años que tras dos semanas durante las cuales recibió seis sesiones de masaje en los pies y un baño de pies diario (como el descrito), consiguió recuperar una deformación de los dedos del pie que presentaban lo que se conoce como “dedos en garra” hasta el punto de que sus dedos se estiraron por completo mostrando el deseable aspecto y una estupenda movilidad. En casos como el descrito, el acortamiento de los flexores de los dedos hacen que las articulaciones que se elevan se ven presionadas contra el calzado con las consecuentes molestias y perjuicios por la correspondencia (zonas reflejas) con ciertas áreas, órganos y funciones.
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